La muerte no es el final

Hace un par de días que acabé con "Entrevistas breves con hombres repulsivos", de David Foster Wallace. A pesar de que me lo habían recomedado encarecidamente, lo que hizo que me decidiera a leerlo fue que el citado escritor se acababa de quitar la vida. Escribió el último párrafo de su historia personal con una soga al cuello. Firmó con ella un contrato voluntario. Le cedió su cuello y ella le hizo un tatuaje perpetuo. La gente tacha de cobardes ante la vida a los suicidas pero yo no puedo dejar de reconocer lo valientes que me resultan ante la muerte.

"Entrevistas breves con hombres repulsivos" no es lo que parece. No es lo que puede parecer si no tienes otra referencia más que el título y el diseño de la portada que te toque dependiendo de en qué idioma lo leas. Algunas partes se pueden considerar pseudo-entrevistas (aunque realmente son conversaciones "robadas", en plan posado de un famoso, o al menos están planteadas como tal) unidireccionales, es decir, no hay pregunta y respuesta, ni pregunta y comentario. Uno habla y tú lees. El resto del libro son narraciones de historias divididas por capítulos, todas ellas con un gran detalle en la descripción. Pierde mucho tiempo en contarte cómo pasa más que qué pasa, de hecho yo diría que el contenido del libro es más continente que contenido.

Mi parte preferida: los acertijos pop. Una selección (imagino) que no sigue una secuencia lógica y que recoge todos estos acertijos bajo el nombre de "Octeto", aunque no se pueda tocar nada a 8 cuerdas con él. "¿Es una buena madre?", interroga una de las adivinanzas. Ya veis, tiene truco. No son rompecabezas inofensivos, no, tienen pregunta trampa al final. Pero aquí no acaba la excentricidad de Foster Wallace y su ejercicio caligráfico. A pesar de lo interesante que pueden resultar las 400 páginas del libro, para mí lo mejor son los títulos de cada uno de los capítulos. Admiro el arte de la concreción estilística. Me fijo mucho en los nombres de los bares, de las películas, de los libros... y Wallace es bueno de verdad en esto.

La partitura de su octeto tiene otras notas discordantes, pero prefiero no meterme. A quien le interese, que se atreva. Sin tatoos ni contratos.

3 comentarios:

Darko Wiggin dijo...

Seré uno más que cree en la cobardía del suicidio siempre eclipsada por una fugaz valentía que realmente está más impregnada de locura que de razón.

[Rellenando la agenda cultural xD]

Cuídate ;)

CCD dijo...

David Foster Wallace era dios sobre la tierra. Sudaba frases lapidarias como Palahniuk lleva intentando desde hace tres libros.

No se me va la pena de que muriera. Arf.

Sus dijo...

Yo estuve media hora intentando pasar del título del primer capítulo "La muerte no es el final". Esas son las primeras palabras que leí de Wallace, justo cuando hacía un par de semanas que había muerto. Me dejó bloqueada sin poder seguir leyendo.

Una pena irreversible :S