Como en casa en ningún sitio

Lo mejor de hacer una mudanza es poder dejar atrás los montones de cosas inútiles de las que no eres capaz de desprenderte. Correo postal del que te enviabas cuando todavía no existía el e-mail (o era muy caro y un desconocido para tus padres), miles de estuches y sus bolis, apuntes de la universidad, libros que no te interesan ni lo más mínimo pero que han ido haciéndose un hueco en los límites de tu comarca del anillo.

Todo esto y mucha mierda más se queda en casa de tus padres. Tú, basándote rigurosamente en el criterio de la utilidad, metes en una bolsa las cosas sin las que no puedes estar. Muchas de ellas son absolutamente prescindibles, pero, por el motivo que sea, las quieres tener cerca. Un libro, una foto, una entrada a un concierto. ¡Una figurita de ET (el extraterrestre)!

El problema llega cuando acumulas a tus espaldas un montón de mudanzas. En mi caso, tras 3 mudanzas itinerantes por la geografía europea, descubrí que muchos de mis imprescindibles se habían quedado por el camino o -espero- en un paradero desconocido por mí pero en el que están sanas, salvas y conservadas. Esto me ha pasado con parte de mis cedés de NIN y con el deuvedé de su último tour, por ejemplo (sí, es el ejemplo más doloroso).

Y como la vida muchas veces es irónica y se descojona de ti mientras tú te tiras al suelo y pillas un berrinche del quince, resulta que lo que conservas en perfectísimo estado son las mierdas inútiles que dejaste en casa de tus padres. Todos los objetos/recuerdos que no pasaron tu criba súper personal y que ahora te esperan, como nuevos, para darte la bienvenido al hogar. Discos de música clásica que te regalaron en el Bancaja por Navidad, libritos de 20 páginas de cine la hostia de interesante pero que jamás verás porque ninguna distribuidora llevará esas películas a tu ciudad y no están en internet para descargar, diccionarios de todos los idiomas (la mayoría con las puntas pegadas con Loctite, recuerdo de lo mal que se te daba la Plástica en Primaria) que ya no usas porque prefieres wordreference o el traductor de google. Sientes ganas de cogerlo todo y lanzarlo por el balcón. Pero no. Al final se te pasa y, como mucho, te los subes al desván o los entierras en el garaje para no verlos. Porque, si los ves, te recuerdan que ellos están y tus imprescindibles del alma no. Si queréis algo de verdad, dejadlo en casa de vuestros padres (no aplicable a uno mismo).

3 comentarios:

Darko Wiggin dijo...

Yo, en casa de mis padres siempre dejo a mis padres ^^

holler3 dijo...

Me he cambiado de casa cada año de universidad, o sea que con la mudanza de hace un par de semanas van ocho, y como tú, no siempre dentro de la misma ciudad. Sólo sé que está lo que está en casa de mis padres (además, sé el sitio exacto...)

D. dijo...

Son esas cosas que les dices a tus padres q no tienen q tirar, q claro q son utiles, y q cuando llegan a tu casa van directas a la basura.